7 de marzo de 2012

La ciencia reconoce el poder curativo de la mente - 2ª parte

Nuestra actitud ante la vida no solo afecta de manera positiva o negativa a los demás, también beneficia o perjudica a uno mismo.

LA SOLEDAD, LA ACTITUD HACIA LOS DEMÁS

Recientes estudios científicos muestran que la soledad —más como un estado mental que un hecho físico— puede incrementar el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia, depresión y otros padecimientos. Por otro lado las personas que están satisfechas con sus vidas sociales duermen más, envejecen más lento y responden mejor a las vacunas. Una vida social estimulante es, según John Cacioppo de la Universidad de Chicago, aún más importante que dejar de fumar para tener una vida sana. Así que ya sabes: esos alegres tabacos fiesteros en comunión tal vez no te están haciendo tan mal —al menos no tanto como esos deprimentes cigarrillos solitarios.

Soledad, no buscada

Según Cacippo las personas que llevan vidas sociales ricas no se enferman tanto y viven más tiempo (aunque aquí enfrentamos la posible disyuntiva de si una vida social rica es el resultado de la salud física o viceversa).

Pero Cacioppo defiende que existen mecanismos directos relacionados a la soledad que generan un déficit en la salud. Las personas solitarias bombean más cortisol, un mecanismo que, sugiere, podría haber evolucionado a partir de situaciones en las que percibirse en aislamiento social detonó actividad en el sistema inmunológico, involucrada además en la cicatrización y la infección bacterial, una actividad que puede ser benéfica en ciertos momentos pero que al ser constante puede resultar contraproducente. Cacioppo también teoriza que las personas en grupo podrían estar favoreciendo las respuestas inmunológicas necesarias para combatir los virus, como una de medida de prevención a la posibilidad de contagio.

Significativamente los efectos de la soledad se hacen sentir conforme a una persona se percibe a sí misma y no en relación a su contacto social cuantitativo. Esto podría tener que ver con que, desde un punto de vista evolutivo, estar entre personas hostiles puede ser tan peligroso como estar solo. Por lo cual lo importante es cómo el cerebro procesa esta soledad y cómo es capaz de reforzar sus relaciones con el mundo —las cuales funcionan como defensas autoinmunes (Annals of Behavioral Medicine, vol 40, p 218). Es decir, puedes estar solo, pero si tu mente es fuerte, estarás acompañado por una sana sociedad universal ''y los átomos podrán ser micro-budas medicinales''.

4 comentarios:

  1. Esta serie me está resultando muy interesante. Al final va a resultar que no es el qué si no el cómo...Esa postura de la foto parece auto-protección.

    ResponderEliminar
  2. Partiendo de que somos seres sociales y como tal, necesitamos de los demás, hay que ver el abismo que separa la terrible soledad obligada de la reconfortante soledad buscada. Creo firmemente en los beneficios físicos que aquí se comentan y de cómo afectan a nuestra salud las reacciones cerebrales según cómo nos sentimos o pensamos (somos expertos en angustiarnos por cosas que nunca han pasado y probablemente nunca pasarán).
    Buenos posts Manu

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por vuestros comentarios, los cuales me animan para seguir publicando.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Me encanta cuando la ciencia viene a confirmar algo que más o menos sabíamos todos. Y sí, también me confieso fiel seguidora de estas entradas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Si tienes algo que decir, opinar o aportar... Bienvenido será.