11 de mayo de 2012

La espiral de las emociones

Las emociones negativas que nos conducen entre otras cosas al malestar y por lo tanto nos alejan del bienestar, son tan necesarias como las emociones positivas.

Afirmo esto porque las emociones negativas nos han ayudado a preservar nuestra especie.
Por ejemplo; los celos se puede considerar como la expresión de un instinto muy antiguo que contribuye a mantener unida a una pareja, en la medida en que la persona celosa se ocupa de apartar a un rival, aumentando así las probabilidades de supervivencia de su progenitura.
La ira o la cólera puede ayudarnos a superar rápidamente un obstáculo, que dificulta la realización de nuestros deseos o nos agrede.

Podría pensarse que estas emociones perturbadoras (les he cambiado el adjetivo porque ya no son tan negativas) son aceptables porque son naturales y no sería necesario intervenir, pero también son naturales las enfermedades físicas y no por ello tendríamos que resignarnos a aceptarlas. A estas últimas las intentamos eliminar con remedios o pastillas.
¿Y a las emociones perturbadoras?. Todos sabemos (más que nada porque lo hemos experimentado) que una mala gestión de estas, nos llevarían a una corriente de angustia y sufrimiento... entonces pongámosle remedio, porque antídotos existen.

Un remedio sería contrarestar los efectos de una emoción perturbadora con otra positiva:
Podemos oscilar con rapidez entre el amor y el odio, pero no podemos sentir en el mismo instante de conciencia el deseo de perjudicar a alguien y el de beneficiarlo. Estos dos impulsos son tan opuestos como el agua y el fuego, como dijo el filósofo Alain: _ Un gesto excluye a otro; si usted tiende amigablemente la mano, eso excluye el puñetazo_.
Del mismo modo entrenando la mente en el amor altruista, eliminamos poco a poco el odio, ya que estos dos estados de ánimo pueden alternar, pero no coexistir en el mismo instante. Este remedio sería para la psique lo que los anticuerpos para el organismo.

No se trata de reprimir el odio, sino de dirigir la mente hacia algo opuesto: El amor y la compasión.
Puesto que el amor altruista actúa como un antídoto directo contra el odio, cuanto más lo desarrollemos, más disminuirá el deseo de perjudicar, hasta finalmente desaparecer.

8 comentarios:

  1. ¿Me has leído el pensamiento hoy?
    Por suerte este día se acaba. Hoy he estado oscilando entre lo que sentía involuntariamente y lo que intentaba contrarrestarlo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, me alegro de que hallamos coincidido en relación a nuestras respectivas inquietudes.
      Creo entenderte que has puesto en marcha lo de encontrar el equilibrio.

      Eliminar
  2. Hola, no creo que el amor altruista exista, siempre se busca algún beneficio.
    Creo que lo mejor es analizar las emociones, y después canalizarlas hacía una expresión que nos perjudique lo menos posible.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si el amor no fuera altruista,(Sacrificio personal por el beneficio de otros) simplemente no existiría el amor.
      Este amor en el que no crees, yo personalmente lo aplico a mis hijos.

      Respeto tu opinión, pero como habrás visto no la comparto. De cualquier manera, gracias por dejar tu opinión!!.

      Eliminar
  3. La clave está en que nadie nos enseña a comprender y gestionar nuestras emociones (y las de los demás, claro), cuando es lo único en común que tenemos todos los seres humanos al nacer. Hace ya unos cuantos años Daniel Goleman nos abrió los ojos con su libro "Inteligencia emocional", pero hoy en día aún en nuestros colegios las emociones no parecen tener la importancia que se merecen, siendo su enseñanza más propia de otras culturas o alguna que otra escuela digamos "moderna".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón en que nadie nos enseña a lidiar con nuestras emociones, pero es que somos nosotros mismos los que deberíamos de prestar más atención a nuestro interior... eso sí, como en todo, siempre nos vendría bien algo de ayuda.

      Ese libro que mencionas no lo conozco, pero "suena" bien.

      Eliminar
  4. Siempre que he intentado mandar amor a alguien que me estaba incordiando me he dado cuenta de que lo que estaba haciendo era mandarle lejos. En realidad bajo la apariencia de desearle lo mejor, lo que en realidad le deseaba era por ejemplo, un trabajo mejor (pero lejos del mío). Es muy difícil eso de enviar amor y compasión, hay que estar muy evolucionado, pero estoy de acuerdo contigo en que es el antídoto del odio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como bien dices, hay que estar muy evolucionado y esta sociedad no nos ayuda en nada a evolucionar. Solo nos queda intentar mantener "a raya" o controlar a nuestras particulares emociones perturbadoras, más que nada para evitar en la medida de lo posible, al dolor que nos genera el sufrimiento.

      Eliminar

Si tienes algo que decir, opinar o aportar... Bienvenido será.